FEMINISMO vs PERSONA.

 



El feminismo ha sido necesario y lo seguirá siendo, esto desde luego ni lo dudo. La razón; todas las injusticias que a día de hoy sufren las mujeres en la mayoría de los escenarios del mundo. Las mujeres viven verdaderas historias de indignidad en muchos rincones de la tierra. No podemos igualar nuestra situación en el mundo occidental con la realidad que se vive en otros espacios en los que la mujer es meramente un objeto desdeñable.

El feminismo ha de luchar por la presencia del lado femenino, de todos los lados femeninos. Entre todos hemos de construir una sociedad que valore a cada una de las personas que la conforman, a hombres y mujeres; que respete sus derechos, creencias, proyecciones vitales. Cada comunidad ha de hacer valer las capacidades de los seres humanos que la conforman, ha de generar contenido cultural que haga realidad la libertad, que aboge para que los hijos sean responsabilidad de ambos progenitores, ha de establecer infraestructuras para que la conciliación personal y profesional sea posible, ha de valorar la persona por encima de su raza, sexo, religión y proyección social. La sociedad ha de lograr oportunidades y espacios para el ejercicio de la libertad. Lo necesario es todo aquello que construya un mundo donde hombres y mujeres puedan realizar su proyecto vital sin que este sea juzgado, vilipendiado y anulado como posibilidad.

El feminismo del siglo XXI ha de dejar de ser reduccionista, acotado, manipulador. Tiene que albergar las mil caras que supone ser mujer, las posibilidades que la proyección femenina es en cada mujer.

Tengo absolutamente claro que ha de ser la persona la que siempre elija qué quiere vivir, cómo, en qué intensidad. Que la persona es electora única sobre la vida que quiere construir para sí, y que ha de tener la oportunidad de intentarlo. El feminismo ha de apoyar siempre la voluntad femeninia, nunca nos debe decir hacia dónde tiene que proyectarse esa voluntad, en qué ámbito concreto; eso es dominio exclusivo de cada mujer, y lo hará conforme a sus valores culturales, religiosos y emocionales. Porque efectivamente, las mujeres no somos todas iguales. No buscamos lo mismo ni nos realizamos en los mismos escenarios. Y por encima de todo, buscamos que den el valor exacto a la medida de nuestra valía profesional. Por ser mujer no estoy capacitada sin más para dirigir los designios de un gobierno, de una empresa o de una familia. He de poseer un saber hacer concreto para realizar una trabajo determinado, cada escenario exige un perfil concreto, el proyecto y la vitalidad de una mujer concreta. Por ser mujer no valemos para todo. Esto no es denigrar a nadie, ni ignorarlo, es todo lo contrario; reconocerlo. Y esto, exactamente esto, también les sucede a los hombres. Ni todos tenemos las mismas capacidades ni buscamos los mismos escenarios.

Cuando leo algunas cosas que el feminismo actual propaga, me quedo perpleja. Algunas posturas me parecen del todo absurdas, incluso siento que me están llamando imbécil, la verdad. Hace poco leía sobre el empoderamiento femenino, su contenido era muy razonable, muy acertado, sí, pero a cada punto de lo leído le iba sacando alguna puntilla. Pienso que ese empoderamiento no es dominio exclusivo de las mujeres. Los hombres también maduran, también se cuestionan su estar en el mundo y buscan el escenario y el proyecto más afín a sus puntos de referencia vitales. No es algo que nos suceda sólo a las mujeres; ellos también tienen la obligación de cuestionar su presencia en el mundo. El crecimiento personal es algo que afecta tanto a mujeres como a hombres. 

A mi este tipo de lecturas, esa mujer de una pieza, me deja perpleja e incluso con visos de mal humor. No lo puedo evitar. Mucha verdad razonable, coherente a primera vista, pero totalmente demoledora y limitante. Incluso le encuentro cierto cariz demagogo e intervencionista. El feminismo del siglo XXI es necesario, sí, pero para ser veraz, eficaz y respetuoso con la persona, habrá  de revisar muchos de esos presupuestos sectarios, limitantes y absurdos que aún coletean entre sus premisas. Valoro los retos que el feminismo ha logrado, de eso no les quepa duda. Queda aún mucha labor por delante, y demasiadas mujeres denigradas para perderse entre laureles, lisonjas o discursos políticamente rentables. Procuremos que la mujer gane, procuremos una cima alta para la versatilidad y creatividad de su presencia, rebasemos  nuestras premisas o razonamientos, algunos ya obsoletos por la propia realidad a la que se enfrentan. Miremos alto y genuinamente, pues esa parte del mundo denominada feminidad, bien lo vale.

HERGOZ, 1964.

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¿Por ejemplo? Pues, por ejemplo lo que significa ser un hombre. En una ciudad. En un siglo. En transición. En una masa. Transformado por la ciencia. Bajo un poder organizado. Sometido a controles tremendos. En el estado resultante de la mecanización. Después del último fracaso de las esperanzas radicales. En una sociedad que no era una comunidad y devaluaba a la persona. Debido al poder multiplicado de los números que volvían desdeñable al individuo. Que destinaba miles de millones a gastos militrares contra un enemigo extranjero pero no pagaba por mantener el orden nacional. Que permitía el salvajismo y la barbarie en sus grandes ciudades. Al mismo tiempo, la presión de millones de seres humanos que han descubierto lo que pueden hacer los esfuerzos y las pensamientos coordinados. De igual manera que megatones de agua moldean organismos en el lecho oceánico. Que las mareas pulen piedras. Que los vientos oradan acantilados. La hermosa supermaquinaria que abre una nueva vida a la innumerable humanidad. ¿Les negarás el derecho a existir? ¿Les pedirás que trabajen y sufran hambre cuando tú disfrutaste de valores anticuados? Tú..., tú mismo eres hijo de esta masa y hermano de todo lo demás. De lo contrario eres un ingrato, un diletante, un idiota. Ahí, Hergoz, pensó Hergoz, puesto que has pedido un ejemplo, ahí lo tienes.   
Hergoz, 1964. SAMUEL BELLOW. Nobel de Literatura de 1976.

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¿Es sólo un párrafo?, ¿acaso no está la vida en las páginas de la literatura?, ¿no sería verdad que tú y yo estamos ya ahí a pesar de no haber nacido aún? El espejo de la literatura es el reflejo que se ha de buscar para encontrar al ser humano, su abismo, su mirada; para poder saber también de ti mismo. Reflejo que es contenido, significado; que puede descifrar el misterio del ser humano si es verdad que el hombre puede comprenderse y ser comprendido. Ahí es casi nada. Les dejo tan sólo un párrafo.

CONCEPTO Y COHERENCIA.




"El hombre del humanismo cristiano sabe que la vida política aspira a un bien común superior a una mera colección de bienes individuales; que la obra común debe tender a mejorar la vida humana misma, a hacer posible que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la cultura y del espíritu... a comprender la igualdad esencial que hay entre los hombres y la manifieste en el respeto y en la fraternidad; y ve en la justicia la fuerza de conservación de la comunidad política y el requisito previo que hace posible que nazca la fraternidad cívica..." Jacques Maritain.


Cifuentes pide retirar la palabra cristiano de la ponencia social del Partido Popular.

Humanismo Cristiano.


La delegada del gobierno en Madrid considera que _es absolutamente improcedente proponer como base de una formación política la correspondencia a una convicción religiosa_. No quisiera ser desconsiderada con esta señora, pero parece ciertamente algo ignorante; no sólo desconoce al humanismo cristiano, sino que a buenas horas se da cuenta de que el partido al que representa no la representa a ella.

Quizá no ha leído jamás que el humanismo cristiano es una visión cultural o filosofía política, de inspiración cristiana sí, y que el fundamento principal se sustenta en dos conceptos; filosofía política y humanismo integral, que sobre ellos descansa en el orden filosófico. No comprende que el humanismo cristiano no obliga a cumplir ningún precepto cristiano, que una cosa es una convicción religiosa y otra una serie de principios filosóficos. Que los militantes del PP pueden cumplir o no los preceptos de la Iglesia, que perfectamente pueden identificarse como no cristianos pero sí afines a la proyección social que tienen esos valores cristianos.

El humanismo cristiano simplemente es una opción más de las varias que en España representan los diferentes partidos políticos, y si no nos resulta afín, pues es muy fácil Sra. Cifuentes; uno se dirige hacia la opción que más cercana está de la propia convicción del mundo, de la vida política, o de lo que cree fundamental para hacer de nuestra sociedad una sociedad más justa. Los ciudadanos nos movemos así, votamos a quien consideramos representa nuestras convicciones en una medida considerable. Por ello que usted represente a un partido que está fundamentado en principios que moralmente no le son propios me parece inconcebible. Como también me lo parece que quiera modificar las bases de dicho grupo porque a usted le parezcan incorrectas. Una opción política no es ninguna oblibación. El  humanismo cristiano que usted quiere cambiar por uno occidental (¿?) no obliga a seguir convicción religiosa alguna. Cuando hablamos de humanismo cristiano estamos hablando del desarrollo y proyección de unos valores concretos en la sociedad, de intentar que esta sea más justa para todos, sin importar las convicciones religiosas de las personas que la forman. No propone asumir convicción religiosa alguna a nadie, y mucho menos al Estado. Las convicciones religiosas quedan exclusivamente para la vida del ciudadano que es creyente. Yo desde luego entiendo que son cosas diferentes.

En España hay numerosas opciones políticas  muy diversas, honestas y coherentes a los principios que las originaron. Si usted no está de acuerdo con lo que hay nadie le obliga a permanecer. No modifique aquello que mereció la confianza del ciudadano porquue a usted ya no le sea afín. No modifique al grupo en base a su personal concepción de la política, porque si usted es representante del gobierno en Madrid, es representante de ese partido político al que los ciudadanos votaron. Si no encuentra en ese partido que hoy representa el perfil de sus convicciones no lo represente, porque el voto libre no la ha elegido a usted, ha elegido a su partido. Entiendo que es complicado aceptar todos los principios que propone una opción política, a muchos nos ocurre eso, que no nos identificamos del todo, y por ello no representamos a ningún partido. Podemos ser más afines o no, pero no lo representamos y no vivimos de representarlo. Nos dedicamos a otra cosa.

El humanismo cristiano es una opción. Hay más opciones en el abanico político igual de honestas y sensatas. Busque la suya. Simplemente es empezar a conocerse y descubrir hacia dónde tenemos que ir para no quebrar la coherencia entre nuestro pensamiento y nuestras acciones. Hemos de ser creíbles, más si representamos a alguien o a algo. Y por favor señora, no me haga entender que el humanismo cristiano le obliga a usted a práctica religiosa alguna. Estamos hablando de la proyección social de unos valores concretos, no de que usted esté obligada a ir a misa todos los domingos. No me niegue la proyección social que los valores tienen, esa posibilidad que son para hacer de esta sociedad una sociedad mejor. Claro que para conseguirlo necesitaríamos de la coherencia, de la cohesión entre los hechos y las ideas. No, Sra. Cifuentes, los valores que asume cada persona no se viven sólo en casa; son algo que precisamente porque nos conforma, está abocado a ser proyectado socialmente, a no quedarse en los límites da la intimidad. Las personas somos sociales por naturaleza. Asumir unos valores nos obliga a actuar conforme a eso que pensamos, y los actos de cada uno siempre tendrán una proyección social. Lo que yo soy no se queda en casa, sale y se proyecta necesariamente en la comunidad en la que vivo, repercute en la sociedad en la que me encuentro porque en cierto sentido la modifica, la transforma. No hay otra. Los valores que asumen las  personas siempre tendrán una repercusión social. La persona transmite a los demás y recibe de los demás. No somos islas, afortunadamente.

El humanismo cristiano no le obliga a usted a ir a misa los domingos, pero sí le obliga a hacer realidad la solidaridad, la construcción de una sociedad más justa, claro que esto no se consigue si seguimos recortando en sanidad y en educación mientras los sueldos de ustedes y sus privilegios se llevan el dinero de todos. ¿Es quizá esta incoherencia lo que a usted le hace entender que el humanismo cristiano sobra? Si lo elimina de su visión política, su acción política sería más coherente, eso es verdad. Estaría menos obligada a luchar por una sociedad equilibrada.

Quizá lo que más cueste en política sea la conquista del bien común por encima de la riqueza personal, ¿verdad?  Si eliminamos el concepto, eliminamos también la obligación. A estas alturas la idea de lo que significa la política para la clase política es sobremanera lamentable; el puro y propio beneficio personal. Es difícil pensar otra cosa viendo lo que vemos, oyendo lo que oímos.

O, ¿pudiera ser que sólo busque ese cambio, ahora que está en el poder, porque necesita usted sentirse más moderna? Hoy ser cristiano no es lo más "in", en eso estaríamos de acuerdo. Si es así, siento decirle que su afán de mejora, así tan inocentemente presentado, le ha llevado a confundir convicciones personales con fundamentos filosóficos, y a denotar cierta ignorancia sobre el contenido de las palabras. No se puede cambiar el término "cristiano" por el de "occidental" ante la idea de que pueda resultar más "in". No se trata de una cuestión de marketing. Las palabras si sirven para algo es para definir conceptos. Y si cambia la palabra, cambia el concepto, y con ellos la realidad que se define. Cambiando la definición del partido estamos modificando el propio partido.

Estar en política no es estar para acceder al poder y hacer de tu capa un sayo, sino representar unos principios que creemos necesarios, válidos y honestos para la construcción de una sociedad buena. También es entender que esos principios por los que nos han votado, son inamovibles una vez adquirido el poder desde su representación.  Usted está moral y socialmente obligada a representar a unos ciudadanos que se identificaron con las ideas del partido que usted abandera. No puede usted modificar los fundamentos de una opción política. Cambiar los principios de un partido político es engañar a quienes identificándose con ellos, nos dieron su voto. Es olvidar aquello que dijimos  representar, conceptos, ideas y programa, aquello por lo que nos votaron, y subirse a otro carro que no representa al voto que nos confiaron. Esto sería lamentable.

A menudo pienso que la clase política carece de consistencia, de contenido. Está especialmente capacitada para el olvido de conceptos, principios y proyectos. Es huidiza de la coherencia y la  honestidad. La clase política que nos representa está muy predispuesta a no representar lo que dijeron. Donde dije digo, digo Diego. Esta propuesta que usted ha desvelado es una de esas ocasiones en que así siento; y lo considero una especial tomadura de pelo. ¡Qué poderosa traición es el poder! , me digo.