ENEMIGO SILENCIOSO.

Ojalá lo ocurrido sea la palanca que eleve la reflexión a los medios de comunicación, a la opinión pública, a los gobiernos, a la comunidad internacional, y a la conversación del día a día. Los efectos letales del material radiactivo no sólo afectan a la generación que vive los hechos, afectará también a las generaciones futuras. Y ese, es un precio demasiado alto. Es tiempo de alternativas, de estructurar los cimientos de un futuro que  no tenga como moneda la calidad de vida y el derecho a la salud de las futuras generaciones.

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