Mentiría si digo que no me importa. Mentiría si dijese que me es indiferente la formación académica que tienen las personas bajo cuya tutela están decisiones importantes para nuestra sociedad; decisiones que van a influir considerablemente en los derechos que como cuidadano tengo. También en mis obligaciones como tal. Me importa y mucho. Lo cierto es que es un asunto que saca mi peor reacción cuando observo las manos en cuyo gobierno y dirección han ido a depositarse algunas carteras ministeriales; literalmente me pongo enferma, porque soy incapaz de separar las decisiones que ellos toman como gestores de las convicciones y conceptos que las sustentan, de su capacidad y formación como profesionales. Como personas no tengo ni tendré jamás la intención de juzgarlas. Pero como políticos dejan mucho que desear.
Pienso en Leire Pajín, en Pepe Blanco o en Isabel López Chamosa y la verdad es que no puedo evitar afirmar que somos un país de inútiles. No digo que se necesite ser universitario para ser buena persona, porque no es cierto. He conocido demasiados borregos licenciados a estas alturas de mi vida. Pero en lo que sí me reafirmo es en que la formación, la cultura, el conocimiento, y el estudio siempre nos van a dar una perspectiva amplia y generosa a la hora de diagnosticar problemas y conflictos sociopolíticos, que nos van a hacer más capaces de encontrar soluciones sensatas y honestas a los problemas que somos capaces de detectar. Sin formación y sin experiencia, para mí es más que evidente, somos menos capaces. Para todo.
La capacidad de introspección, de aprehender conceptos y conflictos, la capacidad para la inducción, para la deducción, no son innatas. Necesitan de un hábito, de un esfuerzo, de un aprendizaje. Para determinar y valorar la realidad, para poder estructurar un problema concreto, se necesitan conceptos, lógica, capacidad de interpretación, amplitud de miras y experiencia. Personalmente creo que todas esas capacidades necesitan de un rodaje; creo que la administración de un país, las decisiones que van a influir en su economía y en el mantenimiento de un Estado de Derecho necesitan cabezas bien formadas y rodadas; personas apasionadas por la polis, por todo lo que a ella le atañe. Necesitan de la Filosofía, de la Economía, del estudio de las Leyes Políticas del Estado. Es necesario que el importante bagaje cultural que nos han dejado nuestros predecesores en este ámbito sea cuanto menos conocido y estudiado; asimilado. Considero la pasión por la Historia, por la Leyes Políticas del Estado, por la Filosofía y por la Economía uno de los fundamentos y principios para querer dedicarse a los asuntos de la polis con una mirada honesta; esa que se interesa esencialmente por la consecución de un Estado de Derecho palpable, del que todo ciudadano siempre se beneficia. Todos. Pero creo que se ha confundido ese interés honesto por los designios y problemas de un país con una estupenda oportunidad para quedarse bien colocado de cuatro patadas. Cuatro patadas mal dadas que a la ciudadanía nos cuentan lo suyo, porque pagarlo, lo pagamos pero bien.
Pensemos en Sanidad. Si no has conocido jamás los entresijos del entramado sanitario, farmacéutico, o de la economía de la salud, ¿cómo vas a poder diagnosticar los problemas que afectan a dicha estructura y no dejar que cualquier problemilla te despiste? La falta de preparación de algunos políticos y gestores sociales es una realidad. Os animo a pasaros por el blog Unidad y Libertad y podréis entender que pensar en Leire Pajín me desestabiliza. Es cierto. Pero no es la única que lo consigue. Isabel Díaz Chamosa, una de las cabezas pensantes del Pacto de Toledo, tiene también su desconsuelo. Si no sabes de leyes, de derechos, obligaciones, gestión, demografía y economía, si lo único que has aprendido es "a militar sindicalmente", ¿cómo vas a poder hacer una buena gestión de las pensiones? La riqueza hay que crearla, porque no es como la energía que ni se crea ni se destruye. La riqueza se crea y se destruye. Y si no creas riqueza, no hay pensiones, por muy bonito que quede decir que los ciudadanos tienen derecho a una pensión digna. Os animo a pasar por su blog; la verdad es que lo leo y no me lo creo. Vamos, ni pellizcándome lo siento real. Y bien que lo es. La señora Díaz Chamosa en algún comentario de su blog justifica su presencia en el parlamento como un ejemplo de que hoy, por fin, todos somos iguales. Yo quisiera poder explicarle que no, que no todos somos iguales, que sí es cierto que todos tenemos las mismas posibilidades de ejercer nuestra labor en política, igualdad de oportunidades, y que existe y debe existir esa igualdad, pero que eso no nos convierte en iguales. Esa sería una enorme injusticia. Y lo afirmo rotundamente precisamente porque soy consciente de mis diferencias, y sé muy bien para qué cosas estoy capacitada y para qué otras no se me ocurriría jamás asomar la cabeza. Para ello estarían otras personas mucho más preparadas teórica y prácticamente que yo, a las que soy capaz de reconocer. Y esa diferencia no es un problema, nunca, ni mucho menos, sino todo lo contrario. La diferencia es siempre una complemento. Y es la base de la sociedad; cada cual cumple con su cometido. Y lo hace personalmente. Nunca la condición de igualdad de oportunidades nos convierte en iguales. No somos iguales, no señor.
Esta entrada, toda su sorna y desconsuelo, que lo hay, y mucho, (tanto como rabia) surgió porque me vi muy interesada en una nueva licenciatura que a todos estos individuos les podría dar perspectiva y sobretodo credibilidad. El ser humano se identifica siempre como ese animal en constante aprendizaje, ese ser vivo consciente de su circunstancia, cuya necesidad de aprender lo identifica y lo determina.
Quisiera poder decirlo muy claro, alto y claro; señores políticos, los actuales y los posibles, échenle un ojo a esa nueva licenciatura. No dejen de beneficiarse de la posibilidad de estudio. La ciudadanía sin duda, se sentirá más protegida si ve en ustedes cierto interés y la pasión por el conocimiento que nos diferencia del resto de animales; esa capacidad para aprender que poseemos y la conciencia de saber quiénes somos, qué hacemos y si eso que hacemos lo estamos haciendo bien. Yo, no dejo de verlo como una oportunidad valiosa para su gestión, y sobretodo, para su credibilidad. Sean políticos creíbles y con autoridad. Verán que así las cosas salen mejor.
** Reproduzco el comunicado emitido por el socialista Ángel Gimeno Marín, proclamado candidato por la FSM para competir con Tomás Gómez y Trinidad Jiménez por la candidatura a las autonómicas madrileñas, pero que no logró los avales necesarios, el cual ha decidido abandonar el PSOE después de más de 30 años de militancia. Gimeno era miembro del Comité Regional del PSOE por la Agrupación Fuencarral (Madrid), profesor, ingeniero, economista, empresario, miembro de Greenpeace y ex consejero de Economía y Hacienda de la Diputación General de Aragón.
Fue un deseo utópico intentar cambiar el Partido Socialista de Madrid de los Zerolo, Segovia, Tomás Gómez, Barranco, Trinidad Rollán, Lissavetsky, etc., al igual que el PSOE de Zapatero, Alonso, Pajín, Valenciano, Aído y tantos otros, pero mereció la pena. Hoy lo tengo muy claro. Hay que ayudar a cualquiera que pueda sacar a Zapatero de la Moncloa, llámense PP, UPyD o IU. Hoy me voy con la conciencia tranquila, tras haber intentado aportar catarsis a un Partido en el que la mediocridad se ha instalado tanto en su cúpula como en toda la organización y en el que nadie denuncia que Zapatero se ha cargado el trabajo de los españoles a lo largo de cuarenta años.
El Sistema Político Español no puede sostenerse al haber entrado en quiebra todas y cada una de sus instituciones. Nos hemos cargado el modelo productivo y el Estado de las Autonomías, la educación tiene perfiles tercermundistas, el Estado del Bienestar corre serio peligro y la partitocracia se ha convertido en el peor enemigo de los españoles. El pésimo nivel de nuestros políticos con corrupción por todas partes, sumado al absentismo de la sociedad civil y la pérdida de lo todo tipo de valores pintan un horizonte negro como en ningún país europeo. Hay que empezar un nuevo ciclo de nuestra vida política y económica antes de que sea demasiado tarde. Habría que someter a Zapatero a un proceso de impeachment, con mayores motivos que los aducidos en EEUU contra Nixon.
Si Zapatero está enfermo, o presenta graves síntomas de estar enfermo, no puede continuar al frente del Gobierno, porque ha debilitado la unidad nacional, hace el ridículo con su política exterior y cada vez que habla es mayor el desprestigio de España. No podemos permitir que un sentimiento de impotencia ante una pésima forma de gobernar hipoteque nuestro futuro y el de nuestros hijos. Hay que cambiar todo de nuevo, especialmente nuestra forma de participar en la vida política. Hace falta crear la masa crítica política suficiente para reformar y regenerar nuestras instituciones cambiando nuestra forma de vivir, de trabajar y defender nuestros legítimos intereses. Hace falta salir a todas las calles en manifestaciones pacíficas a lo Gandhi, con un fin claro: acabar con métodos democráticos con el Sistema Político que nos dimos en la Transición y empezar de nuevo a Regenerar España. El PSOE debe entrar en el cementerio de los Partidos Políticos cuanto antes. Todas las ideas que un día pudo tener el PSOE han muerto tras el terremoto de la mundialización. Como lo único que entienden sus cargos, es vivir de la política sin querer ver la destrucción de España como nación y el inicio de otro largo periodo de decadencia, hay que reducir su presencia en la vida política aprovechando todos los procesos electorales.
El proceso de elección de los peores a los más altos cargos del Partido y el Gobierno, dirigen inevitablemente al PSOE con Zapatero al frente, al cementerio de los Partidos Políticos saturado de tumbas donde duermen el sueño eterno organizaciones políticas que en los dos últimos siglos ilusionaron a pueblos enteros y hoy no los recuerda nadie. ¿Qué queda del comunismo, del anarquismo, de los partidos radicales? ¿Qué quedará del PSOE tras la dirección de Zapatero? Nada de nada. Ni tan siquiera el recuerdo. Falsedades, engaños y políticas obsoletas. Por sus engaños y falsedades, por la renuncia a defender los intereses de sus votantes, por su travestismo, por desconocer y no intentar comprender la realidad, el socialismo español camina a su desaparición en el momento en el que el capitalismo ofrece su peor cara.
En la peor crisis económica de los últimos cien años, en vez de afrontarla y combatirla con planteamientos críticos, se ha dedicado a desarrollar un programa económico impuesto por los mercados financieros, que ha complementado con un programa social y de cambio de nuestras costumbres calcado del Libro Blanco del Gran Oriente Francés.
Esta desconexión con la realidad, unida a una navegación sin brújula, sin nadie preparado al frente del Partido y el Gobierno, conduce al PSOE sin remisión al cementerio de los partidos políticos que terminaron sin ideario, sin doctrina, sin orientación política alguna, pero sobre todo sin ninguna identidad. Lo peor es que se está incubando un volcán de ira y violencia en la sociedad española al igual que sucedió hace noventa años.
No podemos permitirlo. La socialdemocracia europea y el PSOE están condenados a desaparecer. En 2002 había en Europa quince gobiernos socialdemócratas. Tras las próximas elecciones generales en Portugal, Grecia y España, no quedará ninguno. Han sido incapaces de responder a la crisis económica y lo que es peor, se han hundido en el descrédito popular al aplicar los programas de austeridad decididos por los mercados financieros y la Unión Europea. La conversión de Zapatero al socialiberalismo, impulsando las privatizaciones, reduciendo los presupuestos a costa del bienestar de los ciudadanos, destinando recursos a la salvación de Bancos quebrados, reduciendo salarios a los funcionarios, congelando las pensiones, preparando el aumento de la edad de jubilación y sobre todo aumentando las desigualdades y la precariedad de los ciudadanos, conducen al PSOE y a España a un callejón sin salida.
No es de recibo que el PSOE no sepa dirigirse a millones de ciudadanos en paro víctimas de la mundialización. Es incomprensible que no busque soluciones a las multitudes de obreros desechados por las brutalidades del mundo postindustrial, que no se preocupe por los excluidos, milieuristas y jubilados en plena edad activa. Es inadmisible que no hable tan siquiera de ese 43% de jóvenes menores de 25 años que no encuentran trabajo, ni de las ayer clases medias, hoy amenazadas por la miseria. La socialdemocracia es culpable de que sus electores le den la espalda. Hasta mediados de los 80 cada vez que el capitalismo avanzaba, los socialistas apoyados por partidos de izquierda y sindicatos, daban respuestas originales mejorando la enseñanza, la sanidad, derecho a un empleo, Seguridad social, Estado social, Estado de bienestar...
Hoy día ya no queda lo más mínimo de aquella imaginación. La utopía social ha desaparecido de sus pensamientos. En la mente de los dirigentes socialistas, al igual que en la de sus electores, el consumismo impera, así como el deseo de enriquecerse lo antes posible. No sólo no van a contracorriente sino que incluso lo defienden mediante la publicidad y los medios de comunicación manipulándolos a su antojo. Si hay algo que preocupa a los dirigentes socialistas, es como conservar su puesto y vivir a costa del Partido o los Presupuestos.
Ha sido tal su dejadez que han permitido que hoy esté en peligro el Estado del Bienestar y que la sociedad empiece a sentir pánico cuando piensa en su futuro. Para los europeos en general y para los españoles en particular la socialdemocracia está al final de su ciclo político. No han entendido nada de lo que estaba pasando, mal podían aportar soluciones a los graves problemas de los ciudadanos. España tiene problemas superiores a muchos países europeos, que no puede esperar le resuelvan desde fuera. España necesita un proceso de regeneración total, una nueva Constitución, un nuevo modelo productivo y un nuevo Estado del Bienestar.
El proceso a poner en marcha es más importante si cabe que el que acometió en 1978, tras dotarnos de una nueva democracia. La mediocridad de los dirigentes actuales del PSOE, con honrosas excepciones, les inhabilita para dirigir este proceso de transformaciones globales que hoy necesita España. Continuar en el PSOE actual, es lastrar cualquier posibilidad de colaborar en la transformación de España. Por eso me marcho sin acritud, pero con la conciencia tranquila, dejando a muchos amigos que desgraciadamente me comprenden, pero no están por librar esta dura y próxima batalla. Lo siento por ellos.
Saludos Socialistas
Ángel Gimeno Marín
Miembro del Comité Regional del Partido Socialista de Madrid, PSM-PSOE
Profesor, Economista, Matemático, Ingeniero Industrial, Empresario
Máster y PADE en Economía y Alta Dirección
Ex Consejero de Economía y Hacienda de la Diputación General de Aragón
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