STANISLAW LEM.







"En general podemos ennoblecer una obra o tacharla de superficial, dependiendo del telón de fondo que le otorguemos en el escenario de nuestra mente como lector." Stanislaw Lem.


La lectura del sábado siempre es un placer. Hoy os propongo dos libros; son un acicate para la reflexión. Una posibilidad para el entendimiento del kaos. El recuerdo de lo que el hombre fue, es y puede llegar a ser. Es una vuelta al pasado que bien pudiera ser intuición del furuto, pero este descubrimiento le pertenece al lector. El cable suelto de la narración de Lem está ahí. La decisión de cogerlo o no es del lector, también la sorpresa de su descubrimiento y la congoja por lo narrado.



¿Recuerdas el inventario de cosas misteriosas que los liliputienses encontraron en los bolsillos de Gulliver? Entre ellas había un peine que podía usarse de valla, un enorme reloj de bolsillo que emitía un molesto sonido a intervalos regulares, y muchos otros objetos de uso oscuro. Una vez yo también fui liliputiense.


El castillo alto, rememora la biografía del autor que contada por sí mismo, pasa sin recelo por todas sus esquinas, las amables y las menos amables, las comprendidas y las que a día de hoy, han quedado por comprender. La biografía es un todo no terminado, pero es cierto que el niño que fuimos, siempre estará ahí. El libro es de expresión íntima, un original testimonio del que ha sido considerado uno de los genios literarios del s.XX.

Es un recorrido por los sucesos que la memoria recoge como tesoros aunque el autor no comprenda muy bien por qué, qué es lo que hay de extraordianario en dicho suceso para que la memoria lo guardase tan sigilosamente. Misteriosa la memoria, siempre recogerá aquello vital, aunque nunca lo lleguemos a entender muy bien.

La infancia, ese espacio sin desentrañar, lleno de misterio, de interrogaciones y de datos a veces inconexos. De ahí, que pongamos un gran empeño por lograr la veracidad, la precisión, un ir más allá desde la simple interpretación de los hechos. La objetividad de nuestra infancia no se separa de la interpretación; a la vez que contamos aquello que no sabemos muy bien por qué guardamos, lo interpretamos. Las palabras que usamos, nuestra sintaxis y gramática, son interpretación. Como bien explica Lem: Uno ve al niño que fue a través de unas gafas colocadas sobre su nariz por todos los años que transcurrieron, y no hay remedio. No podemos evitar que la memoria deje de ser lo que es, un misterio, como también es, ese reflejo necesario de nuestra vida, al que a veces necesitamos regresar.



"Desnudos morían los más indefensos; los ancianos, las mujeres, los inválidos, los niños. Desnudos, tal y como nacieron, caían al barro. El asesinato sustituía aquí a la vez a la jurisprudencia y al amor. El verdugo se presentaba ante la nultitud de la gente desnuda que se preparaba a morir, medio padre, medio amante."


Provocación es un libro que nos vapulea, que no nos deja indiferentes.

Una primera parte indaga en la explicación imposible de un hecho, el holocausto judío; Der Völkermord. Disecciona ese ser oscuro, abismal e impasible que es el ser humano. ¿Hay de verdad razones que den una explicación honesta? La insensibilidad como explicación es la verdad que precede a nuestra historia. Si tú lector, eres capaz de intuir esa capacidad del hombre para usar los razonamientos del bien con el objetivo de llegar al mal, a la crueldad y al daño sobre los otros, entenderás que este no es un análisis estricto del holocausto, que no se basa en datos, sino en lo demente que la actitud del ser humano puede llegar a ser. No debe incitar su lectura el hallazgo de datos desoladores, cifras o hechos históricos, sino la necesidad de comprender que las razones del ser humano a veces son insondables, incomprensibles y totalmente infernales.

En  un segundo capítulo estamos frente al mundo de hoy, ante la grotesca estadística que son los actos del hombre, la humanidad se traduce en números y refleja su mundo como una  autopista interminable de conocimiento, de datos acumulados estadísticamente en los que el hombre se pierde, en que la persona deja de existir. ¿Dónde está el ser humano? ¿Qué emociones, interpretación y acción son el efecto de todo ese cúmulo de datos y estadísticas que son la información actual? ¿Es posible encontrar al ser humano ante toda esa vorágine de datos, es posible la acción humana, solidaria y espiritual? Ante One Human Minute, uno se siente abrumado, son demasiados datos los que puede dar la humanidad en tan sólo un minuto.  Dice Lem que hay menos formas de ayudar a los demás, que de perjudicarles. Que nuestro mundo, ese que hemos construído, está más cerca del infierno con todos sus datos que del cielo. Esta parte se torna denuncia; de lo que somos, de lo que hemos construído, de lo que somos incapaces de ver. Los datos pasan a ser irrelevantes; lo necesario es el hombre, la persona, el individuo; esa responsabilidad que hay detrás de cada acto, de cada dato, de cada minuto humano.


ONE por SFLTV  Based on the essay One Human Minute by Stanislaw Lem.

(...)

Stanislaw Lem  transmite angustia,  congoja, incomprensión e impotencia. Vapulea inmisericorde nuestro cerebro. Mientras leía esos minutos de humanidad, esa explicación al holocausto, me decía a mí misma que todo es producto de nuestra libertad; que somos responsables del sufrimiento, de la aniquilación, de la negación del sufrimiento en los otros, que lo somos en razón de nuestra responsabilidad inmóvil. De nuestro no querer mirar, no querer observar y no querer actuar.

No hay comprensión para las acciones del hombre; su alma atroz, su alma cruel e insolidaria es inabordable. El ser humano, que sabiéndose extraordinario es capaz de convertirse libremente en la más auténtica de las bestias, nos sobrecoge. Y mientras leo, pienso en esa libertad, que está para mirar el pasado y aprenderlo, para analizar el presente y contarlo, para evitar que se repita de nuevo el abismo que podemos llegar a ser como especie. Esa libertad que puede redimir de su sinsentido al hombre. El llamado ser humano, esa especie animal que presumiendo de raciocinio, tiene en su haber episodios lamentables que jamás deberían haber sido, pero también posee, la capacidad de asimilar la lección que el pasado siempre da para no volver a repetirlo.

En nuestras manos está la libertad; el poner o no el grito en el cielo, el echarse o no  las manos a  la cabeza, el hacer algo o no, no hacer nada. Ante nuestros ojos, los sentimientos, la irracionalidad, las incontables experiencias imposibles de comprender, y a pesar de todo, la necesaria libertad. El dominio de nuestros actos, la responsabilidad siempre activa de ser persona. Si ser humano no significa únicamente inteligencia y voluntad, sino que además significa sentimientos desencontrados, irracionales y deshumanizados; ser humano también significa amor, responsabilidad y solidaridad. En cada instante soy el único responsable de saber qué hay detrás de cada uno de los minutos de mi vida; del minuto en que amé y del minuto en que odié. 


"El hombre ha salido a explorar otros mundo y otras civilizaciones
sin haber explorado su propio laberinto de pasajes oscuros y cámaras secretas, 
sin encontrar lo que yace detrás de las puertas que él mismo ha sellado".



Solaris, año 2002,  dirigida por Steven Soderbergh. Basado en la novela de Stanisław Lem y en la película de 1972 dirigida por Andréi Tarkovski.


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