Domingo nublado, lectura de periódicos y un dolor de cabeza incipiente que quiere despertar rotundo. Mañana para el ritmo pausado, los ojos cerrados y la desconexión del alma. Dejemos que la música nos respire, que la mente encuentre el lugar al que ni tan siquiera sabe que quiere ir. Tres, dos, uno, cero... silencio.
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