CONCEPTO Y COHERENCIA.




"El hombre del humanismo cristiano sabe que la vida política aspira a un bien común superior a una mera colección de bienes individuales; que la obra común debe tender a mejorar la vida humana misma, a hacer posible que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la cultura y del espíritu... a comprender la igualdad esencial que hay entre los hombres y la manifieste en el respeto y en la fraternidad; y ve en la justicia la fuerza de conservación de la comunidad política y el requisito previo que hace posible que nazca la fraternidad cívica..." Jacques Maritain.


Cifuentes pide retirar la palabra cristiano de la ponencia social del Partido Popular.

Humanismo Cristiano.


La delegada del gobierno en Madrid considera que _es absolutamente improcedente proponer como base de una formación política la correspondencia a una convicción religiosa_. No quisiera ser desconsiderada con esta señora, pero parece ciertamente algo ignorante; no sólo desconoce al humanismo cristiano, sino que a buenas horas se da cuenta de que el partido al que representa no la representa a ella.

Quizá no ha leído jamás que el humanismo cristiano es una visión cultural o filosofía política, de inspiración cristiana sí, y que el fundamento principal se sustenta en dos conceptos; filosofía política y humanismo integral, que sobre ellos descansa en el orden filosófico. No comprende que el humanismo cristiano no obliga a cumplir ningún precepto cristiano, que una cosa es una convicción religiosa y otra una serie de principios filosóficos. Que los militantes del PP pueden cumplir o no los preceptos de la Iglesia, que perfectamente pueden identificarse como no cristianos pero sí afines a la proyección social que tienen esos valores cristianos.

El humanismo cristiano simplemente es una opción más de las varias que en España representan los diferentes partidos políticos, y si no nos resulta afín, pues es muy fácil Sra. Cifuentes; uno se dirige hacia la opción que más cercana está de la propia convicción del mundo, de la vida política, o de lo que cree fundamental para hacer de nuestra sociedad una sociedad más justa. Los ciudadanos nos movemos así, votamos a quien consideramos representa nuestras convicciones en una medida considerable. Por ello que usted represente a un partido que está fundamentado en principios que moralmente no le son propios me parece inconcebible. Como también me lo parece que quiera modificar las bases de dicho grupo porque a usted le parezcan incorrectas. Una opción política no es ninguna oblibación. El  humanismo cristiano que usted quiere cambiar por uno occidental (¿?) no obliga a seguir convicción religiosa alguna. Cuando hablamos de humanismo cristiano estamos hablando del desarrollo y proyección de unos valores concretos en la sociedad, de intentar que esta sea más justa para todos, sin importar las convicciones religiosas de las personas que la forman. No propone asumir convicción religiosa alguna a nadie, y mucho menos al Estado. Las convicciones religiosas quedan exclusivamente para la vida del ciudadano que es creyente. Yo desde luego entiendo que son cosas diferentes.

En España hay numerosas opciones políticas  muy diversas, honestas y coherentes a los principios que las originaron. Si usted no está de acuerdo con lo que hay nadie le obliga a permanecer. No modifique aquello que mereció la confianza del ciudadano porquue a usted ya no le sea afín. No modifique al grupo en base a su personal concepción de la política, porque si usted es representante del gobierno en Madrid, es representante de ese partido político al que los ciudadanos votaron. Si no encuentra en ese partido que hoy representa el perfil de sus convicciones no lo represente, porque el voto libre no la ha elegido a usted, ha elegido a su partido. Entiendo que es complicado aceptar todos los principios que propone una opción política, a muchos nos ocurre eso, que no nos identificamos del todo, y por ello no representamos a ningún partido. Podemos ser más afines o no, pero no lo representamos y no vivimos de representarlo. Nos dedicamos a otra cosa.

El humanismo cristiano es una opción. Hay más opciones en el abanico político igual de honestas y sensatas. Busque la suya. Simplemente es empezar a conocerse y descubrir hacia dónde tenemos que ir para no quebrar la coherencia entre nuestro pensamiento y nuestras acciones. Hemos de ser creíbles, más si representamos a alguien o a algo. Y por favor señora, no me haga entender que el humanismo cristiano le obliga a usted a práctica religiosa alguna. Estamos hablando de la proyección social de unos valores concretos, no de que usted esté obligada a ir a misa todos los domingos. No me niegue la proyección social que los valores tienen, esa posibilidad que son para hacer de esta sociedad una sociedad mejor. Claro que para conseguirlo necesitaríamos de la coherencia, de la cohesión entre los hechos y las ideas. No, Sra. Cifuentes, los valores que asume cada persona no se viven sólo en casa; son algo que precisamente porque nos conforma, está abocado a ser proyectado socialmente, a no quedarse en los límites da la intimidad. Las personas somos sociales por naturaleza. Asumir unos valores nos obliga a actuar conforme a eso que pensamos, y los actos de cada uno siempre tendrán una proyección social. Lo que yo soy no se queda en casa, sale y se proyecta necesariamente en la comunidad en la que vivo, repercute en la sociedad en la que me encuentro porque en cierto sentido la modifica, la transforma. No hay otra. Los valores que asumen las  personas siempre tendrán una repercusión social. La persona transmite a los demás y recibe de los demás. No somos islas, afortunadamente.

El humanismo cristiano no le obliga a usted a ir a misa los domingos, pero sí le obliga a hacer realidad la solidaridad, la construcción de una sociedad más justa, claro que esto no se consigue si seguimos recortando en sanidad y en educación mientras los sueldos de ustedes y sus privilegios se llevan el dinero de todos. ¿Es quizá esta incoherencia lo que a usted le hace entender que el humanismo cristiano sobra? Si lo elimina de su visión política, su acción política sería más coherente, eso es verdad. Estaría menos obligada a luchar por una sociedad equilibrada.

Quizá lo que más cueste en política sea la conquista del bien común por encima de la riqueza personal, ¿verdad?  Si eliminamos el concepto, eliminamos también la obligación. A estas alturas la idea de lo que significa la política para la clase política es sobremanera lamentable; el puro y propio beneficio personal. Es difícil pensar otra cosa viendo lo que vemos, oyendo lo que oímos.

O, ¿pudiera ser que sólo busque ese cambio, ahora que está en el poder, porque necesita usted sentirse más moderna? Hoy ser cristiano no es lo más "in", en eso estaríamos de acuerdo. Si es así, siento decirle que su afán de mejora, así tan inocentemente presentado, le ha llevado a confundir convicciones personales con fundamentos filosóficos, y a denotar cierta ignorancia sobre el contenido de las palabras. No se puede cambiar el término "cristiano" por el de "occidental" ante la idea de que pueda resultar más "in". No se trata de una cuestión de marketing. Las palabras si sirven para algo es para definir conceptos. Y si cambia la palabra, cambia el concepto, y con ellos la realidad que se define. Cambiando la definición del partido estamos modificando el propio partido.

Estar en política no es estar para acceder al poder y hacer de tu capa un sayo, sino representar unos principios que creemos necesarios, válidos y honestos para la construcción de una sociedad buena. También es entender que esos principios por los que nos han votado, son inamovibles una vez adquirido el poder desde su representación.  Usted está moral y socialmente obligada a representar a unos ciudadanos que se identificaron con las ideas del partido que usted abandera. No puede usted modificar los fundamentos de una opción política. Cambiar los principios de un partido político es engañar a quienes identificándose con ellos, nos dieron su voto. Es olvidar aquello que dijimos  representar, conceptos, ideas y programa, aquello por lo que nos votaron, y subirse a otro carro que no representa al voto que nos confiaron. Esto sería lamentable.

A menudo pienso que la clase política carece de consistencia, de contenido. Está especialmente capacitada para el olvido de conceptos, principios y proyectos. Es huidiza de la coherencia y la  honestidad. La clase política que nos representa está muy predispuesta a no representar lo que dijeron. Donde dije digo, digo Diego. Esta propuesta que usted ha desvelado es una de esas ocasiones en que así siento; y lo considero una especial tomadura de pelo. ¡Qué poderosa traición es el poder! , me digo.

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